Que pasó un año plagado de turbulencias, no quedan dudas. Que deberá mejorar infinidad de cuestiones es una certeza. Pero nada podrá empañarle la fiesta. ¿Una fiesta por esquivar el descenso, luego de una temporada muy floja? Así es: 9 de Julio de Río Tercero debe festejar a lo grande su triunfo ante Quilmes (3-1) en la serie por la permanencia. Y, con él, todo el básquet cordobés.
Motivos para descorchar, más allá de todos sus padecimientos, le sobran. Con el corazón y una entrega innegociable como principales argumentos, “el Patriota” le puso el pecho a las balas y mantuvo una plaza basquetbolística hermosa para los fanáticos cordobeses de la pelota naranja. Un dato es contundente: por segunda vez en la historia, Córdoba tendrá dos equipos en la máxima categoría en tres temporadas consecutivas (antes, fueron Atenas y Asociación Española, de 1985 a 1987).
El hecho debe celebrarse. Más aún, teniendo en cuenta que se consiguió a partir de un equipo con firmes raíces mediterráneas, que contó con seis jugadores mayores nacidos en la provincia. Gastón Torre, Diego Gerbaudo, Gastón Luchino, Martín Melo, Emiliano Martina y Pablo Orlietti lucharon contra viento y marea para dejar ahí, bien arriba, al elenco riotercerense. Con mejores y peores rendimientos, pero siempre dándolo todo, al igual que los más que integrados foráneos Jaz Cowan, Sam Clancy y Josimar Ayarza.
A ellos se sumó, en el momento justo, el hombre clave para la permanencia. Cuando el barco amenazaba con hundirse y la crisis dirigencial-deportiva se agigantaba, Sebastián González, el entrenador más importante de la historia del club, regresó para tomar el mando y llegar a buen puerto. Apelando, precisamente, al juego colectivo y la garra nacional (revitalizó, sobre todo, a Torre, Luchino, Martina y Gerbaudo), el DT regaló seis victorias en los últimos siete encuentros y consiguió el objetivo primordial.
Sin esa “tonada cordobesa” en el plantel, el sentido de pertenencia y la altísima química grupal -traducida en pasión por la camiseta- hubiesen sido imposibles de lograr. Quizás, esa fue la principal diferencia con su rival marplatense: Quilmes nunca logró tener un equipo sólido y deberá volver a empezar desde abajo.
Claro que las cuestiones para replantear son muchas. Soportar un año más con numerosos problemas y chispazos internos parece insostenible. En lo estrictamente deportivo, se descuenta que el presupuesto seguirá siendo acotado, aunque no deberá ser una excusa para intentar dar un salto de calidad y mejorar un récord general de 30 derrotas y apenas 18 victorias. La clave estará en ajustar la elección de los posibles refuerzos, sin desmontar una estructura apoyada en el sacrificio diario de dirigentes, técnicos y jugadores. El fiel público de Río Tercero, y toda una provincia que respira básquet, estarán agradecidos.
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> Fotos: Gentileza Demián Schleider / Infoliga.com.ar